Como decía Viernes en su post, esta semana despedimos a Paco de Lucía, maestro guitarrista por excelencia quien nos deja entre su legado la famosa canción Entre Dos Aguas que da nombre a mi entrada de hoy, y es que.. ¿Quién no ha estado nunca entre dos aguas?
Al igual que Paco de Lucía que creó esta melodía de casualidad, para completar un vinilo que estaba a falta de una canción, yo también me encuentro entre dos aguas de casualidad, aunque creo que somos Una casualidad llena de intención.
Sin avisar, como la primera lluvia de otoño,la primera regla, los primeros rayos de sol de la mañana, el primer suspenso de la carrera y como la primera borrachera, así llegó a mi vida este chico.
Empezaba mi etapa como soltera, esa que tanto ansiaba… en la que me imaginaba viviendo sola en un apartamento de una gran ciudad, con un vestidor como el de Sara Jessica Parker, aunque salvando las distancias me conformaba con que la ropa fuese de Zara en lugar de Prada y los zapatos de Mango en lugar de Manolos y es que había llegado la hora de vivir mi capítulo de Sex In The City.
Tenía a mis cuatro amigas martes, miércoles, jueves y viernes dispuestas a acompañarme en esta nueva aventura. Casi todas nos encontramos en esta situación, aunque separadas por algunos kilómetros, compartimos las ansias de exprimir esta nueva etapa como si la vida fueran tres días y fuésemos por el segundo.
Aún no me había hecho a la idea de irme a la cama sin escribir el whatsapp de buenas noches, ni levantarme sin decir los buenos días virtuales cuando la noche que celebramos la cena de navidad con los compañeros de trabajo, después de haber bailado desde bomba hasta la macarena, haberme bebido hasta el agua de los floreros y haber hablado de todo con todos me encontré en su cama, abrumada por su característico olor a Hugo Boss, y envuelta en los biceps de mi compañero de curro al que por cierto en ese momento me lo imaginaba más como policía o bombero...¡vaya cuerpazo!
Nunca había imaginado que un traje de chaqueta podía esconder semejante torso… menos mal que yo había empezado ya la operación bikini en el gym!!
Había decidido cambiar de rutina, pasar del novio tradicional a conocer a los hombres de verdad, desde un yogurín a un madurito y pasando por un ligue de discoteca, un vecino o incluso el mecánico del taller, y me había llegado el momento del compañero de oficina..pero es que no era un compañero sin más, habían sido muchos los cafés que habíamos compartido, las comidas en el bar de enfrente y los viajes en metro juntos comentado la falda de la de recursos humanos, el partido del atleti y el último debate sobre el estado de la nación. Realmente nunca me habría imaginado que podría ocurrirme esto con él, ¿estaba pasando de verdad o era un sueño de estos emocionantes que acaban cuando oyes: “próxima parada …. next stop…” y te despiertas con un sobresalto porque acabas de llegar a la parada de metro?
Quizás como decía Paulo Cohelo, nuestras almas ya habían planeado encontrarse antes incluso que nuestros cuerpos.
Mi regla era disfrutar de cada momento y de cada persona, salir hasta el amanecer todos los fines de semana y no perderme ningún evento ni plan que oliera a caña, vermut o copazo de balón, los únicos zapatos planos que tenía en mi vestidor eran las zapatillas de deporte para ir al gym, porque al fin y al cabo la vida es corta y hay que ponerse tacones... y con tacones se ve el mundo con otra perspectiva, te sientes más segura de ti misma, ves las cosas a otra altura e incluso andas con otro estilo, y es que después de tantos años había llegado el momento de cambiar de zapatos, de probar todos los que fueran posibles para saber elegir bien con los que quedarme.
Pues él era en principio un par más de zapatos, aunque eso sí cómodos porque ya los conocía, y como todos los zapatos cómodos un placer para largas distancias!.
Fue impresionante, como dos cuerpos pueden llegar a disfrutar tanto sin conocerse, sin haber tenido antes ni el más mínimo contacto, y es que cuando hay feeling, sobra todo lo demás.
Lo que empezó siendo una experiencia más en esta nueva etapa de soltera, de disfrutona de la vida sin más límite que el placer y sin otras ataduras que las de estar a las 8.00 am del lunes en mi puesto de trabajo, fue poco a poco dibujando una ilusión, y es que cuando pruebas unos zapatos que son cómodos y a la vez te encantan les coges cariño… y cuando estas ante el espejo, vestida y maquillada a falta de los zapatos, te preguntas… ¿me pongo unos nuevos que tengo sin estrenar o me quedo con éstos que ya sé que aguantaré toda la noche?
Y es que como me dijo una vez un amigo, el problema de las mujeres es que acabamos cogiendo cariño a la piedra, mientras que los hombres pueden llegar a tropezar dos veces con la misma piedra nosotras nos encariñamos con ella.
Eso es precisamente lo que me está pasando a mí con mis zapatos, que aunque mi objetivo era probar de todos los tipos y formas, de todos los colores e incluso edades…porque unos vintage, en plan maduritos protagonizaban una de mis mayores fantasías, me estoy encariñando con los que llevo puestos, y es cuando reconozco que me encuentro entre dos aguas, teniendo en una orilla a mi compañero de trabajo y en otra al resto de zapatos aún sin probar ni estrenar…
¡Hasta el próximo lunes!
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