miércoles, 5 de marzo de 2014

Lo importante es el viaje, no el destino

Si, lo reconozco, adoro viajar, en su infinidad de modalidades, me da igual que sea un fin de semana en un apartamento cutre de playa con mis amigas, que una noche en un balneario con un ligue, que ir a pasar el día a una ciudad cercana donde disfrutar una buena comida con amigos, cruzar el charco para visitar a una hermana o pasar una Noche vieja en familia en República Dominicana. Para mi todo son viajes, y me apunto a todo.

Nada te aporta tantas buenas experiencias como viajar, si echo la vista atrás recuerdo la preciosa vista de El cuerno de Oro mientras tomaba un te moruno en el Pierre Loti Café del cementerio de Eyup en Estambul, un atardecer en los famosos Cliffs de San Diego, El Empire State Building o el Chrysler desde el Top of the Rock en Nueva York, un buen queso parmesano acompañado de una copa de vino en cualquier maravillosa plaza de Roma, tumbarte en el césped del Champ de Mars contemplando la Torre Eiffel, hacer snorkel en las playas del Caribe, y sin irnos tan lejos, comer un buen cochinillo en Casa Cándido en Segovia o una paella en Casa Carmela en  Valencia, pasar el día vuelta y vuelta al sol en cualquier calita de Cabo de Gata o de alguna isla de Baleares, tomar una cerveza en la plaza de El Salvador de Sevilla o visitar la impresionante mezquita de Córdoba.

Aunque si tengo que elegir un viaje, mi mejor destino fue Madrid, y siempre lo seguirá siendo. Recuerdo los inicios en la capital, con ilusión y miedo, con muchos sentimientos enfrentados, pero allí encontré a mis queridos días de la semana, y ellas también son de las que piensan que “lo importante es ir”, nos ha dado igual unas cañas en un bar de mala muerte en ciudad universitaria, que comer con un tupper tomando el sol en el césped de la universidad, tomar unos vinos en Ponzano o salir de fiesta a las mejores discotecas, pasar la tarde con un café y una porción de tarta de queso en Le Pain Quotidien, ir a partidos al Bernabeu, al Calderón o pasar el día en el Madrid Open, cenar en sitios de moda o comer pasta un día de resaca, andar sin rumbo un sábado por la mañana o beber un cocktail en la terraza del Círculo de Bellas Artes. Ir a un Musical o a exposiciones como la de Sorolla en El Prado. Coger una barca en El Retiro o acudir a nuestra cita semanal en el restaurante del barrio donde nos hacen la mejor dorada a la espalda que he probado nunca.



Infinidad de situaciones vividas en las cuales hubiera querido que se detuviera el tiempo y  que mantengo en mi retina con todo lujo de detalles, pero también pienso que lo grande de estos momentos somos las personas, el aprendizaje personal que nos suponen, la oportunidad de conocer distintas culturas, y lo más importante, poder compartirlas con las personas que queremos, y en eso tienen mucho que ver Lunes, Martes, Jueves y Viernes.

No importa los sitios en los que hayamos estado, sino la intensidad de lo vivido, conocer a un grupo de andaluces guapísimos en nuestra escapada veraniega y acabar jugando a las tinieblas con ellos a las diez de la mañana, después de una larguísima noche, bailar como si no hubiera mañana al salir de una discoteca en la orilla del mar, desayunar chocolate con churros antes de volver a casa, pasar un día de playa solucionando el mundo con nuestras conversaciones, o hacer lo mismo tiradas en el sofá tapadas con una manta, visitar las fiestas de muchas ciudades españolas o plantearnos  dar el salto a lugares más exóticos, lo que si que tengo claro es que, como decía Antonio Machado en su poema, “se hace camino al andar”, y yo mi camino tengo claro con quien quiero recorrerlo.

Mi recomendación personal, que no puede venir mejor al tema, es mi poema favorito, Itaca, de Kavafis, una filosofía de vida que me inculcó desde pequeña mi modelo a seguir.



Hasta la semana que viene! 

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